El concepto de propaganda



Etimológicamente la palabra propaganda procede del latín “propagare” y para Brown aludiría a la práctica del jardinero de introducir en la tierra los esquejes frescos de una planta para multiplicarla” 1991:10. El origen del término en un sentido actual y por tanto entendida como “la expresión de una opinión o una acción por individuos o grupos, deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para unos fines predeterminados y por medio de manipulaciones psicológicas», debemos no obstante, buscarlo en la “Sacra Congregatio de Propaganda Fide” también llamada “Sacra Congregatio Christiano Nomini Propaganda” que sería constituida en bula en 1622 por el papa Gregorio XV (Inscrutabili Divine) pero que ya venia funcionando desde 1572 cuando el papa Gregorio XIII comenzó a reunir de forma regular a tres cardenales en una especie de congregatio para combatir la acción de la Reforma, convirtiéndose ya en 1622 en un órgano permanente compuesto por trece cardenales, tres prelados y un secretario al que Urbano VIII añadiría un colegio y un seminario pasando a ocuparse fundamentalmente de la expansión del catolicismo en “tierras de misión”.

La propaganda politica:

Para Pizarroso todo proceso comunicativo puede ser dividido sustancialmente en dos: información (entendiéndose como un “proceso de comunicación destinado a que el emisor haga compartir al receptor determinados datos o conocimientos” y por ende inexistente como tal dado que “no existe ningún proceso de comunicación en la realidad que no tenga un componente persuasivo”) y persuasión (entendiéndose como un “proceso comunicativo cuya finalidad es la influencia” es decir, “producir, modificar o afirmar la respuesta del receptor”) siendo este último, “inherente al hombre desde el momento en que éste es tal”. Así, la propaganda en el terreno de la comunicación social “consiste en un proceso de diseminación de ideas a través de múltiples canales con la finalidad de promover en el grupo al que se dirige los objetivos del emisor no necesariamente favorables al receptor; implica, pues, un proceso de información y un proceso de persuasión. Y podemos glosarla del siguiente modo: control del flujo de la información, dirección de la opinión pública y manipulación (no necesariamente negativa) de conductas y, sobre todo, de modelos de conducta”














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