La
Poesía “Pura” frente a la Poesía social: ¿Dos mundos
Contrapuestos?
“Maldigo
la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.”
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.”
Gabriel
Celaya
Con
anterioridad a 1936, año en el que empieza la Guerra Civil española,
se observa un cierto antagonismo en la esfera literaria, y más
concretamente en la poética, un antagonismo que probablemente
comienza en torno al año 1925, y que derivará en la creación de un
nuevo tipo de poesía, la poesía política o poesía social, que
será la protagonista ya durante la guerra. Es importante por tanto
conocer este antagonismo, pues hay que considerarlo la base del
nacimiento de la poesía social, poesía que irá cobrando fuerza a
medida que pasen los años y se publiquen obras poéticas elaboradas
desde un punto de vista comprometido, entendiéndose por
comprometido, la denuncia, en la mayoría de ocasiones, de hechos
cotidianos en la vida del hombre. Veamos pues que tipo de antagonismo
es el que se da y porqué se produce el mismo.
Es
en torno a 1925 cuando se produce un debate interno en la poesía.
Hasta ese momento, la poesía abogaba por la abstracción de los
motivos cotidianos, tendiendo hacía los “grandes” temas: la
muerte, la eternidad… se buscaba huir de todo aquello que pudiera
restarle belleza al escrito, es decir, de todo lo anecdótico, de
toda emoción que no fuera puramente estricta. Así, José Ortega y
Gasset, publica su obra “La deshumanización del arte”, en la
cual explica que la obra de arte debe vaciarse de toda participación
sentimental, buscando únicamente el arte como tal.
[…]
Aunque sea imposible un arte puro, no hay duda alguna de que cabe una
tendencia a la purificación del arte. Esta tendencia llevará a una
eliminación progresiva de los elementos humanos, demasiado humanos,
que dominaban la producción romántica y naturalista. Y en este
proceso se llegará a un punto en que el contenido humano de la obra
sea tan escaso que casi no se le vea. Entonces tendremos un objeto
que sólo puede ser percibido por quien posea ese don peculiar de la
sensibilidad artística. Será un arte para artistas, y no para la
masa de los hombres; será un arte de casta y no demótico. […]
El
máximo representante de esta poesía conocida como pura será Juan
Ramón Jiménez, escritor admirado por la Generación del 27 y que
influirá en un primer momento de forma decisiva en ella: “El poeta
empieza donde el hombre acaba. El destino de este es vivir su
itinerario humano; la misión de aquél es inventar lo que no
existe”. Así, los poetas del 27 escriben y piensan en un primer
momento como poetas puros, A. Machado, Dámaso Alonso…
Será
Alberti quien por primera vez en España rompa con el estilo poético
puro, iniciando lo que hoy se denomina como poesía revolucionaria.
Efectivamente Alberti recibe en 1931 una beca concedida por la “Junta
de Ampliación de Estudios”, y viaja a Paris y Berlín, donde
contacta con la obra literaria comunista. Todo esto, unido a su viaje
a Moscú a finales de 1932, y la subida de Hitler al poder junto con
el régimen de Mussolini ya imperante en Italia, harán de él un
nuevo poeta, un poeta claramente comprometido con la causa marxista.
A partir de ese momento se dedicará a recitar sus poesías en plazas
públicas y en círculos obreros, buscando no solo acercar la poesía
al pueblo, sino comprometer al mismo en la causa soviética, que al
fin y al cabo, no es sino la causa revolucionaria.
“Su
voz se estrellará contra los muros.
¿Qué es esto?
Pero nosotros lo seguimos,
lo hacemos descender del viento. Este que lo trae,
le preguntamos por las estepas rojas de la paz y del triunfo,
lo sentamos a la mesa del campesino pobre,
presentándolo al dueño de la fábrica,
haciéndolo presidir las huelgas y manifestaciones,
hablar con los soldados y los marineros,
ver en las oficinas a los pequeños empleados
y alzar el puño a gritos en los Parlamentos del oro
y de la sangre.
Un fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos camarada”
¿Qué es esto?
Pero nosotros lo seguimos,
lo hacemos descender del viento. Este que lo trae,
le preguntamos por las estepas rojas de la paz y del triunfo,
lo sentamos a la mesa del campesino pobre,
presentándolo al dueño de la fábrica,
haciéndolo presidir las huelgas y manifestaciones,
hablar con los soldados y los marineros,
ver en las oficinas a los pequeños empleados
y alzar el puño a gritos en los Parlamentos del oro
y de la sangre.
Un fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos camarada”
Otro
poeta que pronto se decantará por la ideología comunista
plasmándola en sus escritos será Emilio Prados. Sus poemas reflejan
su visión de la Segunda República, y aunque pueda parecer irónico
pues será ya durante la guerra un claro defensor de la República,
plasman su desencanto con la misma. Este es un tema que abordaremos
posteriormente, pero queremos señalar ahora que puede ser
precisamente este desencanto lo que le llevó a admirar a la URSS,
sin descartar tampoco, claro está, la lectura que probablemente
hiciera de “Como se hacen los versos”, obra del escritor Ruso
Vladimir Maiakovski , para quien la revolución venía a ser algo
así como la tempestad que arrasaría para siempre los anquilosados
reductos del academicismo artístico y literario.
“Todos
los soviets no serán capaces de hacer andar al ejército
si los músicos y los poetas no comienzan antes a entonar una marcha”
si los músicos y los poetas no comienzan antes a entonar una marcha”
Sea
como sea, hay que decir que a pesar de la fuerza que poseen los
escritos de Alberti o los versos políticos que Emilio Prados plasma
en sus escritos, no serán ellos sino Neruda quien por primera vez
abra una brecha en la forma de escribir… y lo hará con la
publicación de su obra “Residencia en la tierra”, obra que
marcará profundamente a la Generación del 27 y que provocará si no
una enemistad al menos sí un conflicto directo con Juan Ramón
Jiménez. Efectivamente, Neruda significa una nueva forma de
escribir, una “humanización” de la poesía, y es precisamente
eso lo que le lleva a escribir un manifiesto titulado “Sobre una
poesía sin purezas”. Manifiesto que saldrá publicado en la
revista Caballo Verde. En él Neruda reclama esa humanización, esa
cercanía al pueblo, una poesía de todos y para todos.
[…]Así
sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los
deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina
y a azucena, salpicada por las diversas profesiones que se ejercen
dentro y fuera de la ley.
Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos.[…]
Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos.[…]
Así,
la consecuencia directa de este manifiesto será el nacimiento de
una nueva poesía que con el tiempo vendrá, si no a suplantar la
anterior, al menos sí a limitarla. Una nueva poesía que será la
encargada de elaborar los versos de guerra a partir de 1936. No se
concibe de otra forma, pues la poesía pura, que como ya hemos dicho,
elimina todo aquello que no sea arte, no reflejará por tanto de
ninguna forma los acontecimientos que se vivirán en España a partir
de 1936.
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